El miocardio es una de las paredes del corazón, representa la porción intermedia y más espesa, entre el epicardio y el endocardio.
Está compuesto por músculo estriado cardíaco y consiste en haces entrelazados de células estriadas cardíacas, inmersas en tejido conectivo altamente vascularizado.
La célula del miocardio, llamada miocito, presenta membrana plasmática (sarcolema), un núcleo central y varias fibras musculares (miofibrilas), las cuales se deslizan unas sobre otras y se conectan a través de discos intercalares. La unidad contráctil de la célula cardiaca se denomina sarcómero.
Función
El miocardio forma la mayor parte del corazón y esto se debe a la contracción y relajación de sus células que produce el bombeo de la sangre. Entonces, su función es permitir las contracciones cardíacas.
La energía para esta actividad proviene de la respiración aeróbica, dependiente del oxígeno. Así, el miocardio necesita un continuo suministro de oxígeno y nutrientes para su funcionamiento.
Las arterias coronarias son las responsables del suministro de sangre al miocardio.
Infarto del miocardio
El infarto del miocardio o ataque al corazón corresponde a la falta de oxígeno y nutrientes en el músculo cardíaco.
Sin el oxígeno, falta energía para que las células realicen sus actividades y consecuentemente disminuye la capacidad de contracción del tejido muscular. Al no recibir sangre y oxígeno, las células empiezan a morir y se produce la necrosis del tejido.
Entre las causas del infarto se encuentran la acumulación de grasa que obstruye la llegada de la sangre hasta el corazón, reduciendo el flujo sanguíneo.
Además, algunas situaciones representan factores de riesgo como: diabetes, hipertensión, vida sedentaria, estrés, alto nivel de colesterol y antecedentes familiares de enfermedades cardíacas.
Los síntomas del infarto son:
- Dolor en el pecho.
- Ardor en el pecho.
- Sudor.
- Mareos y cansancio.
- Náuseas.
- Agitación.