Los óvulos son gametos femeninos formados a partir de ovogonias (células precursoras) en un proceso llamado ovulogénesis u ovogénesis. El óvulo humano es, en realidad, un ovocito secundario, que tiene forma esférica y está constituido por membrana plasmática, citoplasma y núcleo.
El óvulo humano y el de todos los demás mamíferos placentarios son denominados alecitos (a = no, lecito = ternero).
Función
La función del óvulo es la de recibir el espermatozoide y junto a este, formar un homocigoto, o sea, una especie de «huevo» cuyo centro se va dividiendo y modificando, hasta formar un bebé completo.
El óvulo contiene las informaciones genéticas de la madre y el espermatozoide tiene las informaciones genéticas del padre.
El bebe que se formará a partir de esa unión tendrá las características físicas, emocionales y las predisposiciones a enfermedades y tendencias que los padres tienen.
Membrana del óvulo
La membrana que rodea al óvulo, también llamada membrana vitelina, es una gruesa capa de glucoproteínas adheridas a la membrana plasmática ovular, muy conocida como zona pelúcida.
La zona pelúcida también está revestida por células foliculares ovarianas, que han nutrido al ovocito durante todo su desarrollo. Estas células tienen la función de proteger el óvulo contra choques mecánicos y también permitir la entrada de solo un espermatozoide en el gameto.
Debajo de la membrana plasmática del óvulo se encuentran pequeñas bolsas membranosas que contienen enzimas digestivas llamadas gránulos corticales.
Cuando un espermatozoide penetra en el óvulo, los gránulos corticales se funden en la membrana, liberando sus enzimas que alteran las glucoproteínas presentes en el envoltorio ovular y destruyendo su capacidad de unirse a espermatozoides. Gracias a esto, ningún otro espermatozoide tiene condiciones de atravesar la zona pelúcida.